jueves, julio 4, 2024
Opinión

Ciudadanos de primera

Después de casi un mes de reclusión forzosa mi indignación va en aumento. Indignación hacia toda la gestión que se está haciendo en general de la pandemia que se está viviendo en todo el mundo.

Desde casa, delante del ordenador en el que me toca teletrabajar y al lado de una ventana, no puedo más que añorar mientras miro la calle ese tiempo no tan lejano en el que salir no era una transgresión de la ética y la legalidad; una operación a partes iguales arriesgada para la salud (esto podría ser discutible) y para el bolsillo, debido a la posibilidad de que te multen por haber pisado fuera de tu domicilio.

Incluso pudiendo salir si es justificado, se te quitan las ganas de hacerlo. No es políticamente correcto decirlo en estos momentos, pero a veces depende del humor del agente de la autoridad la imposición de una sanción. Al fin y al cabo, son seres humanos como todos y también pueden tener un mal día, y ellos tienen fácil descargar la frustración en el primero que pasa. En otro momento comentaré las únicas multas que tengo que según mi parecer entran perfectamente en esta categoría.

Sin embargo, como procuro ser una persona más o menos humilde, intento no dar lecciones o decir que habría que haberlo hecho así o asá, más alla de decir que el modelo coreano era el que había que haber intentado seguir, sin los prejuicios típicos de «esto lo hacen o lo pueden hacer porque son orientales». No en vano, parece que nos escandalizamos porque tenían localizados a los infectados (sin identificar para el resto de la población), y ahora nos parece natural que llevemos un mes de arresto domiciliario y que se escuche que si te contagias te pueden llevar a un campo de concentración como a los japoneses en EEUU en la segunda guerra mundial. «Arcas de noé» las han llamado. Supongo que llamarlas campos de infectados no sería políticamente correcto.

Debido a lo anterior, enfoco mi frustración en las pequeñas cosas que me parecen injustas a todas luces. Una de estas cosas me ocurre cuando estoy en casa y desde la ventana veo que siempre hay gente en la calle. Llevo 14 días sin salir más que una vez a hacer una compra grande porque si saliera además me podrían arrestar. Pero… los perros pueden salir. Son los privilegiados de esta situación, los verdaderos ciudadanos de primera.

Puedes tener un hijo hiperactivo que te destruya la casa si no quema energías, que si no es un perro no puede salir. Puedes tener 4 niños en un piso de 80 metros cuadrados, que no hay excepción. Si tienes un perrito, ya sea de 3 o de 80 kilos, puedes salir cuando quieras. Me apetece sol, me bajo al perro. Quiero echar un cigarro en la calle, me bajo al perro. Quiero una llamada de teléfono, me bajo al perro.

He tenido perro muchos años y sé que el animal lo pasa mal si no sale. Pero yo también lo paso mal. Tú también lo pasas mal. Los niños lo pasan mal. Luego está los que dicen… es que el perro se caga si no en casa! Afortunadamente es en la suya, que para eso son los propietarios, igual que los padres de un bebé tienen que cambiarles los pañales. No digo que haya que prohibir que salgan, pero dar un salvoconducto general a los dueños de perros para que salgan cuando quieran, cuando hay muchas situaciones en las que estaría igualmente justificada esa salida me parece una completa injusticia. He visto en una foto a un tío que sacó de paseo un centollo. Está claro que es de risa, pero… por qué no podría yo sacar de paseo a mi centollo? Y si tengo un gato, y lo he enseñado a salir y ahora lo pasa mal? Y si tuviera un cerdo enano, que tiene las mismas necesidades que un perro? Podría?

En cuanto se empezaron a escuchar noticias de gente que alquilaba perros para que otros se pudieran saltar el confinamiento, se debería haber atajado el problema de alguna forma. No puede darte más derechos ciudadanos tener un perro. Horas fijas para sacarlos y tiempo limitado al menos.

Si nos ponemos a pensar, ya existía la discriminación positiva con los perros. Si un día te meas, pero que te meas, que te duele, que si no lo haces de verdad te meas encima, y se te ocurre arrimarte un árbol… ay si te pillan! Degenerado! Guarro! Mira como dejas las calles! Eso aparte de la multa, claro. Sin embargo… un San Bernardo de 90 kilos puede vaciar su vejiga todas las veces que quiera sin que a nadie le parezca extraño, y ciertamente… una meada de perro es una meada. Mancha lo mismo que la mía o la tuya.

No soy un odia perros. Durante casi 30 años he tenido uno. Si no fuera alérgico seguramente tendría perro. Pero en un tiempo en el que con la justificación del virus se nos han recortado los derechos a todos, no puede ser que una circunstancia como la posesión de un animal haga que tengas derechos por encima de los que no los tienen.

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