Drácula
Empezamos el año con novedades desde el principio en lo que a series se refiere. Quizá de la que más se esté escuchando hablar sea de la miniserie basada en Drácula de Netflix. Consta únicamente de 3 capítulos de hora y media, y no sabría decir con seguridad si me he quedado con ganas de más, o me ha sobrado más de media serie.
Sí, basada en el personaje de Drácula porque es un vampiro. Si se hubiera llamado Lestat, o Murci (de murciélago, no de murciano), nos daría igual. A estas alturas en donde hemos visto tantos vampiros que se llame Drácula es lo de menos. Para lo que sirve ese nombre es para elegir fácil una localización y poder utilizar de una forma más o menos libre todos los tópicos de vampiros sin que nos cuestionemos si están siendo poco originales. De hecho, en «Lo que hacemos en las sombras» utilizan los mismos tópicos caricaturizándolos, y chirrían menos que aquí.
Yendo al lío. Son 3 capítulos muy desiguales en lo que a calidad se refiere, yendo claramente a la baja, con un primer episodio notable, un segundo aceptable y un tercero para ahorrarse.
Comenzamos con un buen primer capítulo con una buena ambientación en Transilvania a finales del siglo XIX. Un abogado inglés va al castillo del Conde a ayudarle con algunas cuestiones legales (sí, los vampiros también tienen abogados) y se encuentra atrapado en un castillo laberíntico del que no puede escapar. El castillo me recuerda muchísimo a la biblioteca de «El nombre de la Rosa», aunque los más jóvenes puede que tengan más cercana la escuela de Harry Potter, a la que también se da un aire. Mientras el pobre abogado cada vez está más viejito y flojo, Drácula va rejuveneciendo. No se sabe exactamente cuanto tiempo pasa, pero la transformación se resuelve en pantalla en 5 minutos. En cuestión unos momentos Drácula pasa de parecer una abuela de 95 años a estar hecho un chaval con aspecto de bailarín de tangos. Esta transformación se ve que es debida a que se alimenta de su huésped forzoso, ya que en el mismo periodo de tiempo el pobre inglés se queda flaquito, calvo y se le caen hasta las uñas. Sin entrar en más detalles, el capítulo está siendo contado por el mismo abogado ya hecho polvo a 2 monjas detectives, siendo la monja jefe una descreída que deja claro que perdió su fé y que si sigue siendo monja es para que no le falten las habichuelas.
Es un buen capítulo? A ratos muy bueno, pero a ratos es cómico. Desconozco si es una comicidad que se ha buscado a propósito, pero a mi por lo menos me saca de un ambiente opresor y claustrofóbico muy bien creado. Tienes al Drácula-abuela delante del abogado, y sabes que el que peligra es el abogado, pero de repente ves como a la abuela le da un regustín al ver la sangre y no puedes más que reírte. Lo mismo con la transformación en vampiro lozano. Está en la cabecera de la mesa Dª Pilar de Borbón (DEP), y cuando se da la vuelta aparece Antonio Banderas. Resumiendo, altibajos pero merece bastante la pena como película de serie B.
En el segundo capítulo cambiamos de registro. Drácula hace las maletas inmediatamente después de los acontecimientos del primer episodio y se va en un barco camino de Inglaterra. Siendo de una calidad bastante inferior, se tolera bastante bien. Podría definirlo como una partida del CLUEDO, en la que ya sabes quien es el malo. Asesinato en el Orient Express con barco en vez de tren, pero conoces al vampiro y que él es el asesino. En principio a Drácula le tenían que durar los pasajeros para alimentarse todo el camino, pero quien lo puede culpar. Es como si a cualquiera de nosotros nos dejaran solos en un barco con 2 docenas de Manolitos. A mi por lo menos no me duran hasta Londres. Para mi, lo mejor del capítulo, las gafas de sol chulísimas que lleva Drácula. Las he encontrado en ebay, pero unos 600€ porque son victorianas o algo así.
En el tercero ya se les va la cabeza. El bueno de Drácula reaparece ciento y pico años después, en la actualidad. Lo están esperando y lo encarcelan, pero es un tío previsor y tenía contratados unos buenos abogados con antelación que consiguen que lo saquen de esta prisión. La verdad que no tiene mucha más historia. La monja-detective del primer capítulo aparece ahora como descendiente suya sin ser monja, solo detective. El Drácula del siglo XXI chatea y tiene facebook. No solo tiene abogados, sino que invirtió bien su fortuna y tiene bastante pasta, así que vive en una casa que ya la querría yo. En vez de alimentarse de forma regular de abogados feos, en esta ocasión elige mejor y cada día le da un sorbito a una mulatita buenorra que le hace tilín pese a la diferencia de edad (unos 500 años). Quiénes somos nosotros para juzgarlo! El final de traca de lo malo, pero aún así, hemos visto cosas muchos peores.
Se agradece mucho que sean 3 capítulos, pero algo menos que sean de hora y media. Al ser más o menos autoconclusivos, se puede encarar cada uno de ellos como una pequeña película y se hace menos pesado. Concluyendo, diría que no es una mala serie, pero no es nada excepcional. Como serie de vampiros me aportó bastante más (aunque fueran solo unas risas) «Lo que hacemos en las sombras» y se le dio mucho menos bombo y tenía muchas menos pretensiones.